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Memoria Femenina

El acercamiento a la ciudad de Quito entre 1930 y 1975, desde la memoria femenina y masculina del sector medio, si bien requiere la comprensión de los procesos y trasformaciones desatados en esas décadas, también requiere de la comprensión de una serie de reformas y transformaciones económicas, políticas y sociales que tuvieron inicio a principios de siglo XX en el país y en la ciudad de Quito, que fueron implementadas gracias a la iniciativa del Estado, de las autoridades municipales y de la sociedad misma, y que dieron lugar a una modernidad incipiente. Las reformas de este período, incluyen esfuerzos que van desde el interés por consolidar e institucionalizar el Estado Nación a través de la creación de instancias destinadas a regular las actividades monetarias, bancarias, administrativas, aduaneras, jurídicas, de seguridad social hasta el interés de consolidar un proyecto de nacionalidad y ciudadanía a través de reformas educativas, de salubridad, ornato y urbanismo.

 

El trabajo de investigación de Cristina Solís se centra en el interés de entender cómo "memoria individual y experiencia urbana" se entrelazan en las historias de vida de un grupo de pobladores de Quito y adquieren un rol determinante en la percepción que estas personas tienen de los procesos sociales que vivieron.

¿Cómo la memoria individual de lo cotidiano puede aportar a la reconstrucción de representaciones sobre los procesos culturales y sociales que se desarrollaron en un contexto temporal determinado?

Para reflexionar sobre esto, Cristina Solís diferencia el "hecho de la realidad" y el "relato de la realidad". Nos comenta que aunque la historia oficial no recupera "la memoria de la gente común" como una fuente histórica, en la investigación ella recurre a su memoria, a la de la gente común, a los recuerdos y a los olvidos de su vida cotidiana para traer al presente su percepción sobre las transformaciones políticas y sociales, económicas y culturales.

Según Halbwachs, la memoria, antes que ser estrictamente individual, es eminentemente colectiva y está construida en procesos de interacción social que atan, presente, pasado y futuro. Siguiendo esta lógica, la memoria individual no es más que un punto de vista de la memoria colectiva, y esta última es una conciencia del pasado compartida por un conjunto de individuos, pero también un conjunto de representaciones colectivas.

¿De qué manera la memoria de lo cotidiano contribuye a identificar un juego de poder en la construcción de las diferencias de las relaciones de género, de clase y étnicas y las formas como éste se expresa en las esferas de lo público y lo privado?

Esta aparente modernidad que se pretende posicionar desde el Estado con la igualdad ante la ley de hombres y mujeres, entre otros aspectos, se encuentra con el peso de la hacienda y la sociedad tradicional aun operando, sobre todo, en términos culturales y de mentalidades. Como nos dice Eduardo Kingman, la modernidad, tal como se la concibió hasta la primera mitad del siglo XX, no constituía un proyecto aplicable del mismo modo al conjunto de sectores sociales. Entonces, lo "moderno" sirvió como mecanismo de distinción de lo no moderno: lo no urbanizado y lo indígena. Estas lógicas "modernas y no modernas" todavía encuentran rezagos de vigencia tanto para las relaciones de Estado con la sociedad civil como para los tratos.

 

 
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