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Media Naranja

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Imaginen un mundo en el que muchas personas caminen translúcidas por la calle. Y que otras, normales, eviten echarles miraditas de conmiseración. Y que la pena ajena sea mayor cuando más edad tiene el cuerpo translucido. De pronto, un niño pequeño con toda la imprude… digo! inocencia levanta el brazo, señala con el dedo y pregunta: ¿y por qué ese señor está transparente? Y que murmuradito le respondan: “es que aún no ha encontrado a su media naranja”.

La versión mayormente aceptada, ubica el origen del mito en la obra “El Banquete”, donde Aristófanes habla de seres esféricos (como naranjas), con dos cabezas, genitales de ambos sexos, y dos pares de brazos y piernas. En castigo a la arrogancia de estos seres, Zeus los partió con un rayo, para que en su anhelo por buscar su exacta mitad extraviada, no tengan tiempo, deseos, ni energía (han sido desmembrados) para cuestionar su poder.

Aún hoy, dedicar gran parte de nuestro tiempo, pensamientos y recursos a encontrar “la mitad que me faltaba”, nos tiene adormilados. Pero ese es otro tema; la intención ahora es revelar las implicaciones, conscientes o no, de vivir para hallar “mi complemento” y es que casi literalmente se podría decir que el mito de la media naranja está rodando en el aire: canciones, películas, conversaciones, chistes; tanto que la soltería prolongada se ve poco natural.

Asimismo, la media naranja contribuye a fomentar la concepción binaria del mundo hetero patriarcal: todo arriba o abajo, negro o blanco, positivo o negativo, o tu o ninguna. Esta lógica está tan interiorizada que ni nos percatamos; por ejemplo, alguien dice: “Yo llegué puntual” y la otra persona se siente atacada y responde indignada, ¿“o sea que yo llegué atrasado”?

El mito refuerza también la idea de los roles complementarios, por eso a él “le toca” ser fuerte, agresivo, valiente; y a ella: sumisa y delicada. De allí la distancia a la violencia de género es muy corta: esposas que humillan a sus esposos verbalmente, esposos que golpean físicamente a sus esposas. En el caso de los hombres machistas (no todos lo son), ellos no buscan en la media naranja una pareja que los complemente; sino una subalterna, una subordinada, un anexo de sí mismo.

Las personas no somos medias mitades que requieren de una exacta contraparte para ser felices. Nadie puede complementarte porque tú ya estás completo, más allá de que no tengas familia, o te falte un riñón o las piernas, estás completo, estás completa. Las personas que forman parte de nuestra vida y genuinamente nos aman, contribuyen a nuestra felicidad; sin embargo, la felicidad no está en otra persona, depende de cada uno consigo mismo, es una responsabilidad personal.

Invitados en cabina:
Antonio Molina, director y productor de Salzuca Radio, tiene 35 años, es esposo y padre,
Willy Anchala, gerente de WCOB, asesorías tributarias, tiene 41 años es soltero y no tiene hijos.

Referencias web: http://terapia-de-pareja.blogspot.com/2010/06/la-teoria-de-la-media-naranja-el-mito.html

Temas musicales:

1. Media naranja de Fey

2. La mitad que me faltaba de Alejandro Fernández

3. Mi media mitad. Ángel López. Ex vocalista de Son by four

4. Mi media mitad de Rey Ruiz

 

 
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