Lexi Carver
La historia sobre la lucha contra las empresas mineras en la región de Intag, Ecuador, atrajo el interés de activistas, periodistas, documentalistas e investigadores. Intag se ubica en el noreste del país y tiene mucha significancia ecológica por ser una reserva tropical protegida entre los andes que goza de una gran biodiversidad. Aquí se encuentra la Cordillera del Toisán, de donde nacen una veintena de ríos de agua cristalina que dan vida al río Intag. Este río fluye entre las montañas hasta llegar a Esmeraldas —costa ecuatoriana—, abasteciendo de agua a muchas comunidades rurales y biomas.
Desde la década del noventa del siglo pasado, las comunidades de Intag han peleado por sus derechos. La Constitución del Ecuador (2008) indica que las decisiones que tienen impacto en el medio ambiente necesitan incluir previamente las opiniones de las y los pobladores. Pero, Intag ha sufrido algunas acciones ilegales por parte de empresas mineras internacionales y de los gobiernos de turno, como las invasiones reiteradas para forzar a las comunidades a sacrificar sus terrenos, fuentes de agua y formas de vida. Los pobladores han luchado sin cesar contra la contaminación ambiental y el desalojo de sus hogares.
Intag es un área de alto riesgo para la minería ya que está ubicado en una zona sísmica y tiene una topografía muy irregular. Además, es una zona de recarga hídrica y no hay estudios ni conocimiento sobre la red de agua subterránea. Este es un asunto peligroso porque el agua aflora cuando hay perforaciones de exploración avanzada como es el caso del proyecto minero Llurimagua o el que ocurrió con la empresa Bishimetals que contaminó el río Junín (una comunidad en Intag) donde el agua sigue brotando desde hace 25 años. El problema persiste con la Empresa Minera Nacional (Enami EP) y Codelco (Chile), que desde diciembre del año 2015 tuvo nuevos afloramientos de agua, incluso de tipo termal. La ruptura de los diques de las minas también es una amenaza ya que podría derramar millones de metros cúbicos de residuos tóxicos que contaminarían el agua en muchos territorios de la provincia de Imbabura.
Muchos de los residentes de Intag han tomado acciones noviolentas estratégicas y creativas para resistir la invasión de las empresas mineras. Hubo, por citar algunos casos, formas de autoorganización con el fin de crear puntos de control y prevenir el ingreso de las empresas a algunos pueblos. Las y los voluntarios de la comunidad bloquearon las calles de manera pacífica, pero rechazando con firmeza que los representantes de las empresas ingresen a sus territorios. Por otra parte, la comunidad también ha investigado los daños que la minería dejó en el valle de Intag, sea en la salud como en la agricultura. Esto ha motivado que se presenten casos judiciales en las cortes para exigir sus derechos. Mientras tanto, rechazaron sobornos y amenazas de las empresas que han intentado manipularlos para comprar sus tierras. Estas acciones a veces han tenido éxito, pero la lucha y resistencia pacífica continúan.
Un caso famoso se refiere a los eventos conocidos en el pueblo de Junín (Intag), retratados en los documentales Después de la neblina y Bajo suelos ricos. La empresa minera Ascendent Copper contrató a paramilitares privados para intimidar a los pobladores y forzarlos a entregar sus tierras, sin embargo, un grupo de moradores decidieron enfrentarlos a pesar del riesgo para sus vidas. En este caso, su conocimiento del bosque y la tierra fue una gran ventaja: desarmaron a los paramilitares sin violencia (robaron sus armas), los dirigieron a una iglesia y luego los denunciaron a la policía.
¿Qué ha pasado desde esos eventos famosos de 2006 en Junín con los paramilitares y Ascendent Copper? Paúl Gualotuña, un activista de Intag, ha compartido la historia desde su perspectiva para esta publicación.
Paúl es un caso inusual: creció cerca de Quito y llegó a Intag cuando era adulto. La experiencia le cambió su vida, se mudó a Intag y se quedó para apoyar la lucha. Ha vivido en Intag desde 2004 hasta la actualidad. Con el tiempo, Paúl se unió a una organización llamada Asociación de Campesinos Agroecológicos de Intag (ACAI) y trabajó con otras organizaciones dedicadas a proteger la tierra agrícola y la región ecológica. En 2008 —dijo— la Constitución cambió bajo la presidencia de Rafael Correa y nacionalizó la minería, pero no transformó la situación. Los ciclos de opresión se han repetido muchas veces e incluso se han profundizado, sostiene.
Una de las formas de resistencia noviolenta más creativa empleada por las comunidades en Intag consiste en desarrollar una economía alternativa para proteger su tierra y estilo de vida. Abrieron cafeterías y tiendas de café que relataban la historia de resistencia, impulsaron el turismo a las comunidades por su gran biodiversidad, apoyaron a grupos de mujeres para vender productos artesanales, entre otros. Estas acciones son formas de resistencia que intentan romper la idea de “progreso” de la minería y buscan, además, persuadir a más residentes para que se unan a la lucha con la esperanza de un mejor futuro.
Paúl admite que a veces esta economía no es muy fácil: los precios de café pueden fluctuar o están controlados por el gobierno. Otro desafío es la formación de nuevos liderazgos que necesita de tiempo, discusión y capacitación. Hay personas dentro de la comunidad que no están de acuerdo con los métodos o acciones de los liderazgos y las maneras de resistir contra la minería. Había luchas violentas entre las empresas y los pobladores, ataques, división social y acusaciones de terrorismo. En 2014, por ejemplo, el gobierno encarceló ilegalmente al presidente de la comunidad de Junín, Javier Ramírez, y acusó a su hermano de cometer delitos. Javier fue detenido con cargos falsos cerca de Quito mientras él estaba regresando a Intag luego de una reunión con el ministro del Interior. Un mes después, la policía llegó a Intag tras los enfrentamientos entre los campesinos y la Empresa Nacional de Minería de Ecuador, Enami.
La tensión entre las empresas y las comunidades es fuerte, pero también hay mucha tensión entre miembros de las comunidades. No todos están de acuerdo. Algunos vendieron sus terrenos a las empresas mineras o decidieron trabajar para las mismas, con la esperanza de pagar una educación mejor para sus hijos e hijas o deseando más seguridad financiera para sus familias. Las relaciones con la gente de Intag que no estaban de acuerdo no eran fáciles y muchas veces se rompieron por completo.
Paúl enfatiza la importancia de hablar con personas que piensan diferente en Intag, discutir el impacto de la minería, fomentar la comprensión de que la gente tiene más de una opción. Él dijo que el cuento de la pobreza económica causó que algunas personas quisieran la minería, por esa razón fue necesario ofrecer alternativas para sostener sus vidas y alejar las preocupaciones. “Hay tipos diferentes de pobreza —comenta—. Durante la pandemia COVID19, la comunidad se dio cuenta que no les iba a faltar comida como en las ciudades”. Uno de los objetivos de Paúl es convencer a la comunidad de que la lucha no es entre los pobladores, que todos necesitan sustento y pueden actuar como compañeros para buscar la mejor manera de salir adelante.
La perspectiva de Paúl es común entre los movimientos noviolentos, que estadísticamente tienen más éxito que los movimientos violentos. La disciplina y planeación estratégica son necesarios para desarrollar una economía alternativa, impulsar casos judiciales, la necesidad de ofrecer trabajos alternativos para la gente que está preocupada por su seguridad financiera, el esfuerzo de unir facciones diferentes con negociación, la autoorganización para prevenir la incursión de las empresas mineras y abrir todos los canales posibles para alcanzar justicia.
Paúl no sabe si esta lucha terminará algún día, pero más personas llegan a ayudar. Hubo grupos internacionales han ayudado a presentar casos judiciales y han presionado a las empresas para que cambien sus prácticas corruptas. Mientras tanto, los habitantes de Intag siguen luchando para proteger sus territorios: ellos han construido una ordenanza municipal llamada Área de Conservación y Uso Sustentable Municipal Intag Toisán (Acusmit), que tiene una superficie de 126.967,5 hectáreas y está orientada a la protección y cuidado del agua y los remanentes boscosos.
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Lexi Carver
Fue pasante en Quito (Ecuador) en Cemproc, desde enero hasta mayo de 2022. Estudia resolución de conflictos en la Universidad de Massachusetts, Boston (EE.UU.) y tiene interés en los movimientos noviolentos para mejorar conflictos sociales, proteger las personas vulnerables y construir la paz.
Publicado: 21 de julio del 2022