Con las reformas borbónicas ilustradas del siglo XVIII, que incluyeron la reducción a la mitad del impuesto de un quinto a un décimo (1736), la creación de una caja de ahorros (1747) y la reforma de la mita (c.1750), el Cerro Rico empezó un larga y lenta recuperación. Se abrió una nueva casa de la moneda en 1773, dotada con equipamientos de última generación, y se buscó asesoramiento sobre minería y procedimientos de beneficio de metales en todo el norte de Europa. La racionalización de la minería y los métodos de beneficio implicaron una nueva visión menos orgánica del Cerro Rico, como se observa en el diagrama de 1772, que pretende «cuadrar los círculos» y llegar al pie de la montaña.
Las reformas borbónicas dieron sus frutos, aunque con un gran coste humano. La producción se disparó en la década de 1790 cuando los operarios de la mita trabajaron más duro aún que en el pasado, aumentando progresivamente sus cuotas de mineral y la tasa de consumo de mercurio en las refinerías ensució más agua y aire que en cualquier otro momento desde finales del siglo XVI. Sin embargo, las nuevas tecnologías y los regímenes de trabajo más exigentes no pudieron resolver todos los problemas y a medida que las minas de Cerro Rico se hicieron más profundas, el trabajo se encareció y se volvieron más propensas a las inundaciones y a los derrumbes, hasta terminar agotándose.