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  • May 24, 2023
  • 5 minutes

Los jóvenes que salvaron árboles en la dictadura cívico-militar brasileña

Elenita Malta Pereira

En una hermosa mañana de febrero de 1975, en Porto Alegre, el entonces estudiante Carlos Dayrell, de 21 años, caminó a matricularse en la carrera de Ingeniería Eléctrica de la Universidade Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS). Él notó que empleados del ayuntamiento talaban árboles porque estaban estorbando la construcción de un viaducto. Su reacción inmediata fue aprovechar un descuido de los trabajadores para protestar. Entonces, Dayrell trepó al siguiente árbol de tipuana (Tipuana Tipu) que se cortaría con el propósito de detener la operación de las motosierras. El estudiante se instaló en lo alto, entre las ramas, y se quedó allí. Mientras, un grupo de personas comenzaba a reunirse alrededor del árbol, dándole apoyo, solidaridad. Subieron a la Tipuana dos estudiantes más: Marcos Saraçol, de 19 años, estudiante de Matemáticas; y, Teresa Jardim, de 27 años, que estudiaba Biblioteconomía.

Dayrell fue miembro de la Asociación Gaucha para la Protección del Medio Natural (AGAPAN), que se fundó en 1971. Es la organización ambiental más activa en el país y que sigue las orientaciones del entonces presidente de la entidad, José Lutzenberger. En una de las reuniones de la Asociación, preguntado por el público sobre qué hacer contra la tala de árboles que estaba ocurriendo en la ciudad, Lutzenberger dijo «ya hemos hecho bastante, pero no nos escucharon. ¡Ustedes suban a los árboles!»

Fue así que los tres estudiantes se turnaron aquel día de 1975, pero no se bajaron del árbol de Tipuana. Como a las dos de la tarde ya había unas quinientas personas en el lugar. Llevaron comida y agua a los estudiantes, quienes se mantenían arriba del árbol hasta que no tuvieran una garantía de que el árbol no iba a ser cortado.

La acción noviolenta llamó la atención de la prensa. Las estaciones de radio locales movilizaron a la ciudad, describiendo paso a paso la sorprendente protesta. Hubo cobertura de los diarios de Porto Alegre, pero también del estado de São Paulo, la revista Veja y hasta The New York Times reportaron el episodio, dándolo a conocer más allá de las fronteras de Rio Grande do Sul. La Brigada Militar, comandada por el Capitán Joaquim Luís dos Santos Monks, solo observaba la manifestación que se realizaba pacíficamente.

Cerca de las 15:30 de la tarde, el director de la Facultad de Ingeniería de la UFRGS, Adamastor Uriartti, invitó a los estudiantes a bajarse para conversar. Teresa lo invitó a subir y él aceptó, entre aplausos del público. El profesor tenía una propuesta para resolver el conflicto. Teresa y Saraçol se quedarían en el árbol mientras Dayrell bajaría a negociar con las autoridades. Dayrell accedió a bajar con miembros de AGAPAN para hablar con el Secretario Municipal de Obras. Marcos y Teresa resistieron en el lugar hasta las 17:00 horas, cuando llegó la noticia de que el árbol no sería cortado. Ambos bajaron de la Tipuana, pero fueron inmediatamente detenidos y trasladados en una camioneta al Departamento de Orden Político y Social (DOPS), creado en 1924 y muy activo durante el “Estado Nuevo” de Getúlio Vargas (1937-1945) y la dictadura cívico-militar brasileña (1964-85). El DOPS tenía la función de asegurar y disciplinar el orden social, desde una perspectiva militar en el país. El comandante de la brigada fue reemplazado y el nuevo oficial de policía decidió terminar violentamente con la protesta pacífica. Hubo disturbios, ataques a ambientalistas y reporteros de diferentes medios de comunicación que acompañaron la protesta.

En el DOPS, Marcos y Teresa fueron interrogados, fotografiados, identificados y archivados. No hubo agresiones físicas, pero sí mucha intimidación. Para apoyar a los estudiantes, miembros de AGAPAN, periodistas y personas simpatizantes de la protesta acudieron al DOPS, presionando por su liberación. Recién, alrededor de las once de la noche, se produjo el desenlace con la liberación de estudiantes y reporteros.

Unos días después del incidente, Dayrell fue entrevistado por la prensa local que estaba ansiosa por saber por qué trepó al árbol. Él dijo que, al mismo tiempo que pasaba por el lugar donde se talaban los árboles, esa mañana, en la esquina opuesta, una pequeña multitud de curiosos observaban la demolición de un edificio. En declaraciones al diario Folha da Manhã (Porto Alegre), dijo que “el edificio se cayó y todos miraban, pero nadie movía un dedo alrededor del árbol. Estaba impresionado. Así que decidí subir al siguiente que sería cortado. Pero pensé que los trabajadores me iban a tumbar desde allí arriba. Siguieron amenazándome durante media hora, luego se dieron por vencidos, pensaron que me iba a cansar y que me iba a bajar solo”.

Ni los funcionarios ni las autoridades esperaban que Dayrell, y luego Marcos y Teresa, pasaran tantas horas arriba de la Tipuana, dispuestos a permanecer ahí el tiempo necesario para evitar el corte de ese árbol. Los estudiantes no lo sabían, pero estaban protagonizando un acto político que tendría grandes repercusiones en ese contexto de dictadura cívico-militar. El país aún vivía bajo la Ley Institucional No. 5 (13 de diciembre de 1968), que prohibía cualquier tipo de manifestación pública. Durante el episodio que describo, “espías” circularon por el lugar y tomaron muchas fotografías, quizás para presionar a los jóvenes a rendirse. En un momento en que prácticas como la tortura y las desapariciones eran comunes, los estudiantes resistieron con valentía, incluso temiendo posibles represalias.

Esta protesta noviolenta resultó victoriosa ya que no se talaron más árboles para construir el viaducto. Actualmente, si por un lado, con la acción del movimiento ecologista se ha producido un aumento de la conciencia ecológica y se valoran más los árboles, por otro lado, todavía ocurren los cortes urbanos mal planificados, la deforestación de los bosques de ribera, los incendios forestales y ocupación errónea de laderas de cerros. El acto de los estudiantes, bastante valiente para el contexto de la época, siempre merece ser recordado porque llamó la atención sobre el desprecio por el entorno urbano y también sobre la posibilidad de construir sin destruir —de hecho, los árboles no interferían con la construcción del viaducto, el proyecto debe ser adecuado para ellos.

La Tipuana resiste en el mismo lugar, hasta hoy.

Elenita Malta Pereira

Es doctora en Historia por la Universidade Federal de Rio Grande do Sul y es profesora de Historia en la Universidade Federal de Rondonópolis, Mato Grosso. Además, es investigadora en el área de biografía e historia ambiental. Ella mantiene el canal Lutz Global en YouTube, dedicado a la difusión del conocimiento sobre historia ambiental.

Texto publicado en alianza con FES, el 24 de mayo del 2023.

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