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  • Sep 13, 2023
  • 7 minutes

Infiltración en las protestas electorales bolivianas del 2019

Maria Clara Zeballos

En el 2019, Bolivia enfrentó un conflicto electoral que generó un descontento generalizado y una movilización masiva de la población, pero el gobierno boliviano además de recurrir a la represión policial y a las amenazas directas, también empleó tácticas para desmovilizar a los manifestantes. Una de ellas fue la infiltración de agentes en redes sociales digitales y espacios públicos. El objetivo era generar presión psicológica, sembrar desconfianza y crear un clima de peligro que hiciera que las personas abandonaran su participación activa.

Para facilitar la organización, los protestantes abrieron grupos de WhatsApp cuyos links circularon públicamente en Facebook. Esto facilitó la introducción de infiltrados que espiaban las conversaciones y tenían acceso completo a los movimientos que se planeaban. El acceso a los números de teléfono de los participantes permitió que los infiltrados realizaran las siguientes acciones:

  • Confundir los puntos de encuentro: a través de llamadas telefónicas se comunicaban con los participantes y les informaban falsamente que se habían cambiado los puntos de encuentro, cambiando lugares y horarios de las reuniones y marchas. Esta estrategia generó caos y dificultó la organización de las protestas.
  • Deslegitimar la movilización: los infiltrados se comunicaban con los participantes y, haciéndose pasar por manifestantes, les pedían información sobre pagos y recompensas por ir a las marchas. El fin era buscar declaraciones para propagar la idea que era un movimiento impulsado por intereses económicos y no por causas legítimas.
  • Amenazas a la familia: a través de llamadas telefónicas advertían a los participantes que conocían las actividades de sus seres queridos. Por ejemplo, mencionaban detalles como el color del automóvil que utilizaban o incluso el colegio al que asistían sus nietos. Estas amenazas buscaban intimidar e infundir temor por las represalias hacia sus familias. Los infiltrados conseguían los datos cuando entraban a los perfiles personales en redes sociales a través de los números de teléfono.

En las calles, estos agentes se camuflaron como vecinos o simpatizantes comprometidos con la causa, aprovechando el desconocimiento entre los manifestantes para llevar a cabo acciones políticas. Su objetivo era desmovilizar a los protestantes:

  • Desmontaje de puntos de bloqueo: los infiltrados se acercaban a los puntos de bloqueo para presentarse como vecinos o personas solidarias con la causa. Luego, anunciaban falsamente la llegada de grupos violentos que supuestamente llegarían para desbloquear la vía o, por otra parte, decían que se estaban produciendo ataques a otros grupos cercanos. Esto tenía un efecto inmediato: las personas se replegaban, se ocultaban o incluso algunos valientes acudían en defensa de sus vecinos. Al repetir esta estrategia en varios puntos, simultáneamente, los infiltrados lograban desmantelar varias concentraciones de manifestantes.
  • Vigilancia de las reuniones y recolección de información directa: en una reunión de planificación en la plaza del barrio, se acercó una joven que comenzó a preguntar por el link de WhatsApp del grupo argumentando que se había salido de uno porque había infiltrados. Entonces, comenzó a acercarse a cada participante para pedir el número de teléfono de la administradora o administrador del grupo. Después, se acercó un varón que tenía la estrategia de juntarse con las personas reunidas, moviéndose entre ellos, intentando hacer creer al resto que era conocido de los presentes. Ellos buscaban obtener información sobre quiénes eran los líderes y qué actividades se estaban planificando
  • Difusión de agresiones sufridas por los manifestantes: los infiltrados difundieron rumores sobre ataques que sufrieron otros participantes en sus puntos de bloqueo. Esto se propagaba en las reuniones que se celebraban en la plaza. En una ocasión surgió la historia de “la vecina de una vecina” que había sido atacada durante un bloqueo por unas personas que le cortaron la mano —y por eso ella no quería volver a salir. Estas “noticias” aumentaban la sensación de temor y peligro.
  • Agentes provocadores en marchas a favor del gobierno o contra los bloqueos: en manifestaciones de apoyo al gobierno se utilizaron tácticas de infiltración para crear caos y aumentar la confrontación con los manifestantes que se oponían al gobierno. En un bloqueo rural de campesinos que respaldaban al gobierno, cuando la situación se tornó violenta con el uso de armas hacia una caravana de mineros, los comunarios, a través de videos, denunciaron la presencia de individuos desconocidos. Para confirmarlo, entre ellos se decían «pregúntales, cómo se llama este lugar, no van a saber». En Cochabamba, los transportistas que estaban contra los bloqueos afirmaban que en el trayecto de su marcha, grupos de individuos desconocidos ingresaban sorpresivamente por algunas esquinas para iniciar confrontaciones y agredir a quienes bloqueaban contra el gobierno.

Pero, por otra parte, los manifestantes desarrollaron estrategias noviolentas para reducir el riesgo que representaba la presencia de infiltrados:

  • Conocerse entre vecinos: para aumentar la confianza y fomentar relaciones cercanas, los vecinos crearon grupos de WhatsApp con aquellos que asistían regularmente a las reuniones. Otras actividades lúdicas permitieron que los vecinos se conocieran físicamente y establecieran lazos más fuertes entre ellos.
  • Fomentar la participación anónima: se alentó a los vecinos a manifestarse de manera anónima, reconociendo que muchos tenían temor de ser identificados. Cada noche, las amas de casa salían a hacer ruido con ollas en el «cacerolazo». Esta práctica permitía que las personas se expresaran en el anonimato, brindándoles un espacio seguro para protestar. Además, se marchaba con bombos y canciones para que las personas se asomen a sus ventanas a expresar su apoyo. Poco a poco las personas comenzaban a acudir a las marchas del barrio.
  • Recordar la causa de la protesta: otra función de las marchas, el cacerolazo y otras manifestaciones era convertirse en símbolos para recordar a la sociedad la causa que motivaba la movilización y su repetición diaria ayudaba a evitar que se llegue al olvido.
  • Inclusión de grupos vulnerables: se pensaron actividades para tener en cuenta las necesidades y condiciones de los grupos más vulnerables como niños y abuelos. La idea era que participen en la protesta de manera pacífica y festiva, sin ponerse en peligro.
  • Interrogar a los infiltrados sobre detalles del barrio: cuando se sospechaba de un individuo en los puntos de bloqueo, las mujeres realizaban preguntas sobre el origen y detalles específicos del barrio como el nombre de las calles, plazas y tiendas de barrio.
  • Buscar alguien que dé fe de la identidad de la persona: en un caso específico, el infiltrado no sabía que el representante de la zona a la que decía que pertenecía se encontraba presente en la reunión y dijo que nunca vieron al dirigente en alguna actividad. Esta experiencia ayudó a aplicar la misma táctica en otras situaciones.
  • Pedir el número de celular: una compañera encargada de registrar la lista para la vigilia nocturna se le ocurrió solicitar el número de celular a un sospechoso y frente a él llamó a ese número. Al ver que la llamada no se conectaba al teléfono registrado, el infiltrado se puso nervioso y huyó calle abajo.

Pero, es importante también señalar que hay aspectos de la organización de la protesta que aumentan el riesgo ante el peligro:

  • Ausencia de una organización planificada: la falta de una estructura organizativa clara ocasionó que surgieran múltiples facciones y liderazgos fragmentados, cada una abría sus grupos de WhatsApp —provocando desorientación en los participantes—. Además, algunos administradores ejercían un control excesivo sobre el comportamiento de los miembros, incluso, acusando de infiltrados a aquellos que expresaban opiniones divergentes o proponían diferentes ideas. Esto sumaba a la paranoia generalizada en los protestantes.
  • Pertenencia a múltiples grupos de WhatsApp: es común la pertenencia a varios grupos de WhatsApp como familiares, amigos, compañeros de trabajo y grupo de protesta del barrio. Esta situación facilitó la propagación rápida de rumores e información falsa, ya que los mensajes viajaban de grupo en grupo, incluso, entre diferentes ciudades aumentando el riesgo de ser manipulados por la información que introducían los infiltrados.

Conclusiones

Las tácticas de los infiltrados buscaban socavar la legitimidad de las protestas, incrementar la confrontación y generar división dentro de los movimientos de protesta, poniendo en riesgo la participación activa de los ciudadanos en la defensa de sus derechos y demandas. Pero, los manifestantes desarrollaron estrategias noviolentas para reducir el riesgo y mantener la integridad de su movimiento, aunque queda pendiente desarrollar estrategias que fortalezcan la organización y fomenten una cultura de confianza y cooperación con el propósito de proteger la integridad de las protestas y garantizar que los infiltrados no socaven los objetivos del movimiento.

Publicado el 13 de septiembre del 2023 *Este texto es parte de un diario de campo que la autora realizó durante las manifestaciones de octubre de 2019 en la ciudad de La Paz, Bolivia.

Maria Clara Zeballos

Antropóloga social dedicada al estudio y análisis de la dinámica social de los conflictos en Bolivia. Realizó una tesis para la Maestría en Teoría Crítica para la Universidad Mayor de San Andrés sobre las alianzas entre organizaciones sociales en las protestas.

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