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  • Abr 05, 2022
  • 4 minutes

El contramovimiento en Ecuador con la economía solidaria


Paola Lozada Lara*

El sistema económico neoliberal ha demostrado profundas contradicciones que enfatizan la desigualdad y la pobreza, dejando las ganancias a los más ricos y excluyendo al resto de actores sociales. Como respuesta en Ecuador se encuentra a la sociedad civil que, en el marco de la economía solidaria, busca representar un contramovimiento basado en prácticas económicas alternativas.

Estas prácticas se encuentran fuera de los indicadores económicos formales debido a que su resistencia radica en la no-cooperación con la economía neoliberal. Esto implica que la población excluida rechace participar del modelo imperante al estar en contra de su lógica y por el contrario pretenda transformar el sistema económico o establecer uno alternativo. De ahí que el discurso de la economía solidaria tiende a la construcción de una sociedad más justa y reivindica la participación de la población excluida del mercado y del estado desde sus propias prácticas.

Si bien algunas de esas prácticas alternativas han sido catalogadas como estrategias de supervivencia y se encontraron desde las sociedades precolombinas (trueque, minga, etc.) hasta formas más organizadas como cooperativas, iniciativas de microcrédito, cajas de ahorro, etc., se destaca la gestión del contramovimiento por parte de la sociedad civil y comunidades de base para reproducir prácticas sostenibles. Con ellas se persigue excluir relaciones asimétricas y beneficios para la mayoría; así como generar propuestas de incidencia y generación de conciencia de los beneficios derivados de la economía solidaria.

En Ecuador el sistema social y solidario fue incorporado en la constitución del 2008, un hito fundamental en la lucha, con lo que se otorga reconocimiento a este sector económico. Sus orígenes se remontan al siglo XIX con organizaciones artesanales y de ayuda mutua promovidos por la iglesia, más adelante aparecen los movimientos cooperativistas. Desde la década de los 50s la incidencia de la religión y asistencia financiera internacional impulsaron su desarrollo sin sostenibilidad y que resultó en un acercamiento al comunismo y socialismo. El progresismo católico se hizo presente en los 70s orientado al crédito, asistencia técnica y capacitación a comunidades de base pero que devino en paternalismo religioso sobre todo proveniente de España e Italia. Las ONGs aparecen en los 80 y 90 cuando se merma la capacidad estatal de cumplir con sus compromisos económicos y sociales. Estos actores generaron conciencia sobre la importancia de lo comunitario, así como fortalecieron la solidaridad, capacidad participativa e introdujeron mecanismos alternativos de comercialización. A la iglesia y las ONGS se suma otros pilares de soporte: los indígenas y sectores populares con sus prácticas de resistencia, así también movimientos, colectivos de productores e individuos con prácticas solidarias. Todos ellos unidos bajo el objetivo de contrarrestar el modelo neoliberal con una economía alternativa.

Resulta particularmente interesante que en la identificación de formas de economía solidaria se cuenten a las Unidades económicas Populares (UEP), las cuales incluyen emprendimientos unipersonales, familiares, talleres artesanales, personas responsables de la economía del cuidado, entre otros, lo que visibilizó realidades y actores no considerados en el modelo neoliberal.

Esta sostenida lucha, que contó con incidencia política e incluyó a comunidades de base a partir de los 70s, ha alcanzado importantes resultados: reconocimiento, sensibilización, visibilidad, articulación, acción política. Más concretamente se logró: la elevación a política pública de la Estrategia Ecuatoriana de Comercio Justo en marzo de 2017, la declaratoria de dos ciudades (Quito y Riobamba) por el comercio justo en octubre de 2017; y, la organización continua de eventos académicos y ferias de economía popular y solidaria en todo el país.

No obstante, la lucha no está exenta de desafíos. Hay dos desafíos estructurales para incidir en la acción colectiva: identidad y estrategia.  En la identidad de la lucha todavía existen problemas de dispersión en el movimiento debido a la gran diversidad de actores de la economía solidaria, lo que dificulta llegar a consensos aún sobre la base de intereses comunes, por lo que se debe trabajar en canales de comunicación más fluidos para fortalecer la unidad. Se requiere además mayor alcance de la incidencia política pues las actividades se desarrollan en su mayoría en la ruralidad; por último, está la falta de conexión con otros movimientos sociales. En cuando a la estrategia se debe profundizar en el contexto; esto implica revisar la cooptación del discurso político con lógica de mercado, la competencia de exportadores tradicionales con productos de menor costo y la adaptación de la política pública a la realidad del sector. Por tanto, la acción colectiva o contramovimiento orientado a la economía solidaria debe continuar con una lucha más estructurada en aras de motivar una transformación sostenible del modelo económico.

Este documento tiene como base el artículo: LA ECONOMÍA SOLIDARIA: ¿UN DISCURSO AGLUTINADOR O LA POSIBLE EXPRESIÓN DE UN “CONTRAMOVIMIENTO”, publicado en la Revista de la Universidad Católica del Ecuador el 20 de abril de 2020.

*Paola Lozada Lara es profesora agregada en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Tiene una Maestría en Relaciones Internacionales y es estudiante de doctorado en la FLACSO Ecuador. Su principal enfoque de investigación radica en estudios de paz y resolución de conflictos.

Publicado: 05 de abril del 2022

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