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  • Ago 15, 2022
  • 6 minutes

Ecuador: ¡Qué la calle no se calle!


Christian Quito

En Ecuador, durante la presidencia de Lenin Moreno, se implementaron paulatinamente una serie de políticas de corte neoliberal que generó un malestar social que era ya latente. Se produjeron cada vez más despidos en el sector público, disminución de estipendios de los profesionales de la salud, entre otras medidas denominadas de “austeridad” por el gobierno. Un último desencadenante se produjo la noche del 1 de octubre de 2019, cuando el Ejecutivo, a través de una cadena nacional, anunció el Decreto N° 883. La normativa fue calificada por la población como un “paquetazo económico”. Este hecho convocó a las calles a varios sectores sociales del país como la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), Frente Unitario de Trabajadores (FUT), Federación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras (Fenocin), Frente Popular (FP), Federación de Cooperativas de Transporte Público de Pasajeros (Fenacotip), Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador (FEUE) entre otros.

La protesta social en los diferentes lugares del país iba aumentando en tensiones, agresiones y violencias. Durante ese tiempo se desarrollaron varios sucesos como, por ejemplo, el decreto de estado de excepción, que suspendió y alteró de manera temporal algunos derechos constitucionales y posibilitó la participación del ejército y la policía en los actos brutales de represión contra los manifestantes. Por otra parte, el Ejecutivo, de manera “estratégica”, decidió trasladar la sede de gobierno a la ciudad costera de Guayaquil debido a la gran cantidad de manifestantes concentrados en la capital (Quito, en la sierra ecuatoriana).

Al sur del país, en la ciudad de Cuenca, los ciudadanos se hicieron presentes casi de inmediato en las calles para expresar enérgicamente su rechazo a las políticas de Moreno. La gente comentaba que el aumento del precio de combustible desemboca directamente en el aumento del costo del transporte público y los productos de primera necesidad. En el Centro Histórico de Cuenca varias personas utilizaron medios noviolentos para expresar su malestar frente a la atroz represión y las medidas tomadas por el gobierno. Los manifestantes tocaban instrumentos musicales y danzaban en diferentes espacios de protesta. La canción del grupo Jayac titulada Zapateando Juyayay se adaptó de la siguiente manera:

Van bajando por el cerro Juyayay

Todos los ecuatorianos Juyayay

Van pasando por el cerro Juyayay

Todos los ecuatorianos Juyayay

Costa, sierra y oriente Juyayay

Rechazando el paquetazo Juyayay

Costa, sierra y oriente juyayay

Rechazando el paquetazo juyayay

Chapas [policías] disparando gases por aquí

Van pateando estudiantes por allá

La represión y bombardeos por aquí

La violencia infundada basta ya.

Estas formas de resistencia noviolentas se repitieron varios días en diferentes lugares en la ciudad de Cuenca. Un gran número de familias, por temor a la represión, decidieron hacer sus protestas desde sus hogares mediante el famoso “cacerolazo”. Otras personas donaron víveres y prestaron sus domicilios para que puedan descansar los manifestantes. Estas acciones noviolentas fueron un símbolo eficaz de protesta, pues se logró que una gran cantidad de personas de todas las edades y géneros se fueran sumando a las manifestaciones, así también se evitó la participación de infiltrados. Finalmente, se consiguió mantener la protesta social de manera activa durante los 11 días.

En este contexto, las universidades también se hicieron presentes durante las protestas de octubre. Las y los estudiantes de la Facultad de Psicología de la Universidad de Cuenca se autoconvocaron desde el inicio del paro para efectuar varias acciones noviolentas estratégicas y creativas. En primera instancia se organizó una marcha pacífica desde la Universidad hacia el parque Calderón, donde se ubica la Gobernación Provincial del Azuay. Ahí, a viva voz y con pancartas, los estudiantes se pronunciaron contra “el paquetazo”.

En días posteriores, los estudiantes protestaron en las vías de la ciudad con carteles en mano, pero el cuerpo policial los dispersó: los intimidaron y luego los rociaron con gas pimienta directo al rostro. El intento policial de dispersar a los manifestantes no fue eficaz y recurrieron a más violencia, atropellaron a varios estudiantes con sus caballos. Hubo varios estudiantes mal heridos en la vía. Esto indignó a las personas que presenciaron este hecho y se solidarizaron con los estudiantes, cuestionando el violento actuar policial. Varios peatones confrontaron a los policías para exigir respeto y solidaridad con el pueblo.

La protesta estudiantil no cesó a pesar de la violenta represión estatal, al contrario: alentó la creatividad. Fue así que los estudiantes decidieron sellar cientos de billetes con la consigna “Que la calle no se calle, #FueraFMI, octubre de 2019”. Esta iniciativa, incluso, continuó pese a que el paro nacional terminó. El objetivo de esta estrategia estuvo orientado a mantener viva la memoria de los hechos ya que se generó un cerco mediático encabezado por los medios de comunicación tradicionales, evidenciando un claro sesgo a favor del gobierno.

Otra respuesta noviolenta de las y los estudiantes frente a la brutal represión estatal consistió en la denominada “Resistencia desde el silencio”, que se desarrolló el 12 de octubre —fecha que conmemora la interculturalidad y plurinacionalidad en Ecuador—. Se trabajaron pancartas, se recopilaron imágenes alusivas al caos que atravesaba el país y se prepararon velas con un listón negro en homenaje a las personas fallecidas. Los participantes tenían que cubrir su boca durante el acto como símbolo de protesta. La marcha, que inició en la Universidad con rumbo al Centro Histórico, se detenía en las intersecciones de las vías donde había resguardo policial y militar. En ese lugar, un tayta —guía espiritual— realizaba un ritual de purificación desde la cosmovisión andina. Posteriormente, una persona se retiraba por un momento la cinta que cubría su boca y declamaba los nombres de las personas fallecidas o que resultaron heridas. En dicho lugar se dejaba una vela.

Finalmente, al llegar a la Plaza de las Flores, el tayta elaboraba una chakana con productos traídos por los asistentes como granos, flores, frutos, velas, incienso, entre otros. Este ritual sirvió no solo como purificación, también fue una forma de hacer catarsis para cada uno de los asistentes ya que pudieron expresar sus emociones durante el ritual. Por otra parte, los miembros policiales y militares que se ubicaban tras los alambrados pudieron vivenciar el dolor de la ciudadanía a través de este ritual. Además, esto permitió que muchas personas se sumen a este acto, pues se convirtió en un lugar seguro en el que participaron niños y adultos mayores.

El 13 de octubre se produjo la derogatoria del Decreto N° 883 y se instaló una comisión conjunta entre el gobierno, movimiento indígena y otros sectores para la elaboración del nuevo decreto. El paro nacional reafirmó una sólida organización social y la valentía de un pueblo que se hizo presente de diferentes formas: en primera línea, cacerolazos, voluntariado en albergues y en las cocinas comunitarias, atención a heridos, entre otros. Tanto en Cuenca, como en el resto del país, se evidenció cómo la solidaridad, el arte y la cultura se tomaron las calles durante 11 días. Finalmente, la historia también debe ser contada por la “gente de a pie” para mantener viva en la memoria los hechos de dolor y confraternidad vivenciados en ese octubre que demostró la unión de un país solidarizado con la legítima protesta social.

Christian Quito

Psicólogo, voluntario de la Cruz Roja Ecuatoriana, apasionado por el trabajo colaborativo con comunidades. Tiene experiencia en primeros auxilios psicológicos y abordaje con niñas, niños, adolescentes y sus familias en situación de vulnerabilidad.

Publicado: 15 de agosto del 2022

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