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  • Jul 24, 2024
  • 8 minutes

CUANDO VOTAR SE CONVIERTE EN UN ACTO DE RESISTENCIA

La Democracia no es únicamente un conjunto de garantías institucionales.  Es la lucha de unos sujetos, en su cultura y su libertad, contra la lógica dominadora de los sistemas. 
Alain Touraine

 


María Gabriela Mata Carnevali  *

 

Venezuela está lista para votar el 28 de julio. Un acontecimiento importante por muchas razones. Sin embargo, en las líneas que siguen vamos a privilegiar el análisis de las emociones como detonante de la resistencia expresada en el voto. 

Los videos que circulan muestran la emotividad a flor de piel de una nación que ya no aguanta más las constricciones impuestas por el chavismo. Niños, jóvenes y adultos se acercan y abrazan a Edmundo González (candidato presidencial) y María Corina Machado (principal líder de la oposición), como si fueran miembros de su propia familia. Con emoción desbordada les comentan de sus tragedias y de su esperanza de cambio pero, sobre todo, de su disposición a hacer respetar su voluntad en las urnas. Nada detiene a este bravo pueblo  que hoy ha escogido el sufragio para exteriorizar lo que siente dejando atrás miedo y viejas tendencias abstencionistas promovidas desde la oposición que tuvieron un pico histórico en las regionales de 2021.  La falta de unidad y la poca credibilidad en el árbitro (CNE) contribuyeron en gran medida a la desmotivación de los venezolanos en los últimos llamados a votar. Pero, evidentemente, algo ha cambiado.

La emotividad está dando paso a posturas políticas más firmes. Frente a la separación de las familias y las innumerables batallas cotidianas de lxs migrantes ha crecido la determinación de recuperar el país. Frente a la restricción de los derechos se han fortalecido la conciencia y la acción ciudadana. Y la batalla, como dice María Corina, “cobra visos existenciales, éticos y espirituales” al ser una batalla por la supervivencia, en el marco de valores encontrados, resumidos en una lucha del bien contra el mal. 

La brutal represión durante las protestas entre 2012 y 2019 en el marco del despertar de la resistencia en America Latina  y la frustración por las  elecciones amañadas de 2017 y 2018  provocaron una inmensa desilusión, que se agravó en abril de 2019, cuando con el fracaso de la llamada Operación Libertad,  resultó evidente que era muy dificil socavar los pilares de apoyo del gobierno. Sin embargo, la flama de la revuelta no se apagó. Parece que solo esperaba un momento más propicio para brillar. El momento llegó y viendo la actitud desesperadamente obstruccionista del régimen, el aferrarse a las elecciones negociadas en el Acuerdo de Barbados en 2023 parece el acto más subversivo de todos, entre el abanico de opciones de la lucha noviolenta. Sin recursos económicos, sin permiso de viajar por aire y sin acceso a los medios formales de comunicación, Edmundo y María Corina han movilizado una marea de gente que acude puntual a las citas en las diferentes ciudades del país en respuesta a su mensaje de esperanza y unidad. El efecto se multiplica gracias a la creatividad de los venezolanos en las redes sociales. Las distintas formas de arte se funden magistralmente en posts llamativos y cargados de humor que se hacen virales en cuestión de minutos trascendiendo fronteras. Mención especial merece la historieta de Venezuela, una novela gráfica de Laureano Márquez y Eduardo Sanabria (EDO) que ha tenido una gran receptividad en la diáspora. Los músicos también han aportado  lo suyo a la campaña. En el último mes han surgido un gran número de canciones compuestas especialmente para Maria Corina por jóvenes talentosos que, de esta manera, comparten su amor por Venezuela. Con mucha fuerza suenan, por ejemplo, “Venezuela estoy contigo“ y “Nuestro tiempo” de Willy Alvarez, rapero barquisimetano residente en Colombia. La ola debería romper en la orilla con el triunfo de la libertad y la democracia.  

Las elecciones de 2024 en Venezuela ofrecen, por primera vez en mucho tiempo, una salida a la crisis política y humanitaria. La alta participación de las primarias, mecanismo puesto en marcha por la sociedad civil para escoger un candidato único de la oposición, fue la primera muestra de una renovada fe en la vía electoral como mecanismo de cambio. La inhabilitación de María Corina, indiscutible vencedora de la consulta, no alteró nada, porque ella con visión estratégica endosó  su capital político a una figura conciliadora como Edmundo González Urrutia quien, de ganar, presidiría la transición. Su indiscutible ventaja en las encuestas  alimenta el sueño libertario de propios y extraños. La comunidad internacional, consciente de la oportunidad de lograr un cambio pacífico, aumentó la presión a través de comunicados y acciones ante la Organización de Estados Americanos (OEA), la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Corte Penal Internacional (CPI).  Hasta antiguos aliados como Colombia y Brasil se pronunciaron a favor de unas elecciones libres y sin tachas, conscientes de que la perpetuación de Maduro en el poder seguramente agravaría el problema migratorio, comprometiendo la estabilidad regional.

 

Lamentablemente, el riesgo de que las cosas se compliquen es alto. Maduro ha demostrado que no quiere jugar limpio.   La Corte interamericana de Derechos humanos (CIDH) y  su Relatoría Especial para la Libertad de Expresión (RELE) alertan sobre persecución política. Se han documentado ataques a líderes opositores, detenciones arbitrarias de activistas, periodistas y miembros de campañas opositoras (entre ellos la de Rocío San Miguel y el jefe de seguridad de María Corina Machado), cierres de medios y negocios, hostigamientos a comités de campaña y simpatizantes (incluidas personas propietarias de empresas), así como inhabilitaciones administrativas de personas candidatas para cargos de elección popular. Sin embargo, la gente no se deja amedrentar. Un ejemplo de resistencia desde abajo es lo que ocurrió con las hermanas de Corozo Pando, a quienes el SENIAT impuso una multa por prepararle el desayuno a María Corina y su comitiva cuando estaba de gira por el estado Guarico. Esta acción tuvo su rebote, ya que el atropello motivó la solidaridad de los vecinos y aumentó la clientela. De hecho, en una entrevista las hermanas señalaron que les “hicieron un bien”, pues ahora son famosas y venden más que antes.  

 A esta campaña de terror se suma otro claro ilícito como es el retraso en la actualización de datos del  registro electoral: A los jóvenes que recién cumplieron 18 años y a la diáspora se la pusieron muy difícil para inscribirse o hacer efectivo el cambio de residencia y, por lo  tanto, muchos no podrán votar. Datos de especialistas en la materia indican que alrededor de dos millones de jóvenes y cuatro millones de migrantes habrían quedado por fuera del padron electoral. Sin embargo, muchos han manifestado su voluntad de estar activos el día de la elección, lo cual será posible gracias a Los comanditos, una estrategia noviolenta novedosa de descentralización de la plataforma de la unidad para hacer frente a la maquinaria oficialista, que funcionará tanto dentro como fuera del país. Consiste en recurrir a voluntarios para el trabajo relacionado con la movilización de los votantes, la logística relativa al bienestar y seguridad de los testigos y miembros de mesa y la vigilancia de los centros de votación. Estos comanditos suelen estar conformados por grupos familiares, de amigos o vecinos, aunque también existen comanditos gremiales, estudiantiles y obreros. Todos venezolanos.

Su labor en cuanto a la vigilancia de los votos será crucial ante la decisión de Maduro de obstaculizar la Observación Electoral Internacional.  La observación electoral comprende una serie de procedimientos destinados a hacer una minuciosa evaluación de un proceso electoral, durante el desarrollo de cada una de sus etapas, cuidando, en particular, el apego al cumplimiento de las normas establecidas. Los potenciales beneficios derivados de la presencia de una Misión de Observación Electoral Internacional, que se supone actúa bajo las premisas de la independencia y la imparcialidad, son numerosos: reducción de los niveles de fraude, mitigación de los conflictos, fortalecimiento de la confianza del electorado en el proceso electoral, función testimonial, fortalecimiento institucional y mejora de los procesos electorales mediante la elaboración de recomendaciones. Pero, una acción de esta naturaleza requiere preparación. En esta oportunidad, como en elecciones anteriores, aunque vienen algunas organizaciones internacionales que servirán de testigos, solo se puede hablar de una especie de veeduría, que es un tipo de monitoreo más limitado en cuanto a tiempo y despliegue, pues los veedores y sus planes de trabajo requieren del visto bueno del CNE que está, como es de conocimiento público, controlado por el gobierno. Maduro solo ha aceptado la presencia del Centro Carter, el Consejo de Expertos Electorales de Latinoamérica (CEELA) y la Unión Africana (UA). El permiso previamente concedido a la Unión Europea fue cancelado como retaliación por la ratificación de las sanciones personales e individuales del bloque comunitario a miembros del Gobierno y el partido oficialista.

Se esperaba que la prensa internacional compensara, al menos en parte, este vacío, pero ya se está hablando de suspensión de visas a los periodistas en el último minuto.  Lo mismo aplica para los distinguidos invitados internacionales de la oposición, que incluyen ex presidentes, congresistas y personalidades de la región. Nadie sabe cuántos lograrán entrar. En fin, la tensión no deja de crecer y las emociones se disparan.  ¿Reconocerá Maduro el resultado? ¿Se atreverá, como en el pasado, a manipular las cifras valiéndose de su control sobre la institucionalidad? ¿Entregará el poder de manera pacífica? Si no, ¿de parte de quién se pondrán los militares? Pase lo que pase, es necesario reconocer que antes y durante la campaña electoral primó una postura noviolenta de parte de la oposición que ha favorecido la unidad y la participación masiva en un acto de resistencia llamado a durar “hasta el final”.

 

*María Gabriela Mata Carnevali es licenciada en estudios internacionales y cuenta con una vasta experiencia en la academia y la comunicación. En sus líneas de investigación ha privilegiado el sur global y los derechos humanos. Es venezolana graduada de la UCV, educación que completó con maestrías en estudios africanos en El Colegio de México y una maestría en derecho y desarrollo en la Loyola University de Chicago (E.E.U.U.). Actualmente cursa un doctorado en la Universita degli Studi di Palermo (UNIPA) en Italia.  María fue moderadora de los cursos en línea del ICNC sobre el poder de la gente en 2019 y 2020. Es autora de numerosos artículos en revistas académicas y publicaciones periódicas.

 

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