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  • May 17, 2022
  • 6 minutes

Lizeth Guaman

Cerca del mediodía del 2 de octubre de 2019, el entonces presidente de Ecuador, Lenín Moreno, publicó un conjunto de medidas económicas que tendrían efecto a partir de las cero horas del jueves 3 de octubre de aquel año.

Varias de las medidas respondían al acuerdo que firmó un mes antes el gobierno ecuatoriano con el Fondo Monetario Internacional (FMI), para obtener un crédito de USD 4.209 millones en tres años. Sin embargo, de las seis medidas económicas anunciadas por el presidente, el Decreto 883 correspondía a la eliminación de subsidios a los combustibles diésel y extra (ambos de consumo masivo). Este fue el detonante para el inicio de las manifestaciones por el mayor impacto social que tuvo en la sociedad ecuatoriana.

Tras el anuncio de las medidas, el gremio de transportistas fue el primero en convocar una paralización a nivel nacional. Dos días después, el 5 de octubre, se sumaron organizaciones sociales como la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), sindicatos de trabajadores, estudiantes, grupos de mujeres, activistas, entre otros. Hombres, mujeres, jóvenes, adultos mayores e incluso niños que acompañaban a sus madres, nos sumamos a las movilizaciones pacíficas hasta llegar a la capital (Quito). En el trayecto se podía observar que llevaban consigo ollas, platos, cucharas, víveres, agua y alimentos para compartir durante los días de la protesta. Sin embargo, ante el avance de las organizaciones indígenas, los militares lograron irrumpir en algunas comunidades rurales con el objetivo de impedir su movilización.

Desde el inicio la violencia escaló rápidamente. Esto se evidenció en la represión policial y militar, los enfrentamientos entre la fuerza pública y los manifestantes, los saqueos y los actos vandálicos. Según el Informe de Verificación sobre DDHH Paro Nacional y Levantamiento Indígena 3-13 octubre de 2019, realizado por la Alianza de Organizaciones por los Derechos Humanos, existió un abuso desproporcionado, injustificado y arbitrario de la fuerza pública contra los manifestantes, desde el 03 octubre. Luego de 11 días de protestas, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), mediante un comunicado, indicó que la represión de octubre de 2019 dejó una cifra de 11 muertos, 1300 heridos, más de 30 mutilados y un millar de detenidos.

Las movilizaciones contaron con la participación de mujeres de distintos espacios y sectores sociales del país. Fue así que, ante el llamado de nuestras organizaciones de base, las mujeres de las comunidades indígenas salimos de nuestro territorio para sumarnos a la movilización. Desde nuestra llegada a Quito, las dinámicas organizativas de las mujeres se reflejaron en actividades que iban desde la preparación y provisión de alimentos, llevar pañuelos con leche, agua y bicarbonato para socorrer a los compañeros y compañeras que resultaban afectados por las bombas lacrimógenas, hasta marchar e intentar llegar a la Asamblea Nacional (poder legislativo) junto a los hombres. Para el día 11 de octubre de 2019, los episodios represivos y violentos por parte de la fuerza pública y algunos manifestantes fueron mucho más evidentes. Cabe resaltar que, hasta el día anterior, la represión ya dejaba cinco muertos, entre ellos, Inocencio Tucumbi. A él le realizaron un funeral público en el Ágora de la Casa de la Cultura (Quito).

Ante los episodios de violencia durante los días de la protesta y la desesperación de las mujeres por sus hijos, hermanos, padres y esposos desaparecidos y heridos, la mañana del 11 de octubre, en un nuevo intento de llegar a la Asamblea Nacional desde el parque de El Arbolito —lugar estratégico y tradicional de concentración popular—, las mujeres indígenas hicieron un llamado para que más mujeres nos unamos, marchemos y tomemos el frente de la protesta pacífica. Acompañadas de los dirigentes y compañeros, las mujeres empezaban a llegar una a una ante el llamado de la multitud.

Poco a poco, mujeres indígenas de diversas comunidades y pueblos, así como mujeres mestizas y de organizaciones sociales, conformábamos el primer bloque que avanzaría de forma pacífica a la Asamblea Nacional. Este bloque también se encontraba acompañado por hombres, quienes se ubicaron al final de la marcha.

Antes de avanzar por las calles para expresar la inconformidad contra las medidas económicas, las mujeres que nos encontrábamos al frente formamos una especie de cadena con los brazos para avanzar juntas, unidas, organizadas y que nadie tome ese lugar para evitar la exposición a la represión de la fuerza policial y militar ya que a unos cuantos pasos se encontraban vehículos antimotines que impedían el caminar hacia la Asamblea Nacional. A pesar de aquello, nuestro bloque de mujeres avanzó con las manos vacías y levantadas, mientras gritábamos la primera consigna a la fuerza pública: ¡Somos mujeres, no somos delincuentes!

Con pasos pequeños, pero firmes, las mujeres avanzábamos mientras los efectivos de la fuerza pública retrocedían. El camino fue largo y lleno de consignas a favor de la paz y el alto a la represión, cantando “ni una piedra, ni una bomba más”. Sin embargo, el trayecto no estuvo exento de represión y violencia por parte de la fuerza pública y algunos grupos infiltrados en las manifestaciones. Pero eso no impidió nuestra llegada hasta la entrada principal del poder legislativo.

La llegada de las mujeres fue un acto simbólico que invitaba a levantar y enseñar las manos vacías, sentarse y gritar:

¡Ni una piedra, ni una bomba más!

¡Warmikuna Kaypimi Kanchik! (en español, ¡Aquí estamos las mujeres!)

¡Somos hijas, nuestras madres nos esperan!

¡Somos las hijas del primer levantamiento (indígena)!

Las consignas fueron cantadas y acompañadas por el llanto de las mujeres quienes, sentadas frente a los efectivos de la fuerza pública, pedíamos un alto a la represión y el ingreso de mujeres de las organizaciones a las inmediaciones de la Asamblea Nacional. Ellas, acompañadas y respaldadas por policías y militares, harían una toma simbólica y pacífica. Abuelas, madres, hijas, hermanas, esposas repetíamos una y otra vez, ¡somos hijas, nuestras madres nos esperan! Ante este episodio varios militares se acercaban para decirnos que no nos preocupemos, que no va a pasar nada y que estábamos seguras ahí. Al lugar, varios hombres se acercaban a las mujeres para preguntarnos si necesitábamos algo. La mayoría respondía que tenían hambre, entonces, aquellos hombres traían consigo alimentos y frutas que las mujeres compartíamos entre nosotras y también con la fuerza pública a través de las rejas que nos separaban.

Sin embargo, poco duró el ambiente de paz y esperanza. Mientras las mujeres compartíamos los alimentos, dos helicópteros aterrizaron en los exteriores de la Asamblea Nacional. Así inició nuevamente la represión, sin ningún motivo y de manera desproporcionada contra las mujeres que nos encontrábamos ahí sentadas, conversando y comiendo. Se podía ver de cerca como las bombas lacrimógenas estaban por todos lados y las mujeres, hombres, jóvenes, incluso niños con sus madres, corrían desesperadamente intentando huir del lugar. Muchas mujeres se asfixiaron y cayeron al suelo.

Dos días después, el 13 de octubre, se realizó la reunión entre la Conaie y el gobierno, la cual fue mediada por la ONU y la Iglesia Católica. El encuentro, televisado en cadena nacional, dio como resultado la derogación del Decreto 883 y la conformación de comisiones para la elaboración de un nuevo documento que sustituiría dicho Decreto. De igual manera, con este evento se daba por finalizada las protestas y movilizaciones que tuvieron lugar en todo el país.

Si bien octubre fue represión, miedo, violencia, llanto, dolor y muerte, también fue lucha, esperanza, fuerza y resistencia contra las medidas que atentan contra los derechos humanos. Por ello es importante mantener viva la memoria de las mujeres que se manifestaron y resistieron en octubre de 2019, ya que gracias a su protagonismo y liderazgo fueron, son y serán “las hijas del primer levantamiento (indígena)” que ocurrió en 1990.

¡Octubre rebelde, sigue presente!

*Licenciada en Relaciones Públicas por la Universidad Técnica del Norte. Estudiante de la Maestría en Relaciones Internacionales, mención Seguridad y Conflicto (Flacso Ecuador).

Publicado: 17 de mayo del 2022

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