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  • Sep 23, 2022
  • 6 minutes

El giro noviolento, reflexión sobre la construcción de paz en América Latina

*Poncho Hernández

Este texto lo escribo como activista y formador de activistas, ya que he compartido mi experiencia y conocimientos en encuentros y seminarios por distintos países del mundo. En estos cursos he conocido una variedad de personas comprometidas con diferentes causas. Durante los últimos años, he colaborado como facilitador para el United States Institute of Peace (USIP), en el programa de Acción Noviolenta en América Latina que comparte una metodología de enseñanza sobre la construcción de paz en combinación con la resistencia civil. En los talleres que facilité tuve la oportunidad de conocer a muchos activistas, con algunos de ellos trabajé en la lucha social de sus realidades nacionales y en la forma de entender la noviolencia.

En este blog quiero reflexionar sobre estos diálogos y la forma en la que todos ellos entienden la construcción de la paz: un proceso permanente, que comienza desde las relaciones más cercanas, empezando con uno mismo —paz mental, emocional, tranquilidad material, etc.— y avanza hacia los procesos sociales más amplios, incluyendo, por ende, los conflictos políticos. La construcción de paz, para ellos, tiene la visión a largo plazo de transformar las estructuras socioculturales, acepta la humanidad y dignidad de todos y el abandono de la visión bipolar del mundo y la sociedad por una visión multidimensional y a su vez unificadora, donde los cambios en las estructuras económicas y culturales se darán en cuando todos estén incluidos y las necesidades de todos sean reconocidas.

Esto es lo que denomino el giro noviolento, es decir, el cambio del paradigma de la confrontación violenta para transformar el poder y la sociedad al uso de medios propios de la resistencia civil y la construcción de paz en los conflictos sociopolíticos. El objetivo de estos movimientos es el de construir sociedades más plurales, equitativas, con paz y justicia.

Mi travesía comenzó en la India, en el primer curso internacional de noviolencia gandhiana de la institución universitaria Gujarat Vidyapith, fundada por el mismo Mahatma Gandhi. A partir de ese seminario, he participado en estos cursos en distintas partes de América Latina durante varios años, sea como alumno o instructor: viajando a universidades, trabajando con organizaciones comunitarias y organizando encuentros virtuales. A través de estos espacios de diálogo me he conectado con un diverso grupo de activistas: exiliados nicaragüenses que resisten la represión, jóvenes que hacen frente a la violencia en Colombia, venezolanos que buscan un espacio en un sistema autoritario que no permite que exista otra voz, entre otros. He tenido discusiones con pastores evangélicos cubanos, con quienes comparto su lucha por la libertad de fe, la justicia y la democracia, pero con quienes disiento de sus formas de entender la diversidad sexual, por ejemplo. He compartido con bolivianos y ecuatorianos, activistas de origen indígena en su mayoría, que en sus culturas guardan los principios de la noviolencia y el respeto a la vida.

En estos espacios también intercambiamos ideas sobre la construcción de movimientos y estrategias en el largo plazo, que superan la dicotomía socialismo contra capitalismo, y nos hablan de una nueva cultura política en la que la visión de sus movimientos se concibe como una lucha por la vida, en todos sus ámbitos. ¿Cuáles son las estrategias que ponen en marcha ante sus problemáticas y cómo las combinan en sus movimientos?

En la mayoría de los países hay problemáticas comunes. La intersección de la violencia, regímenes autoritarios, destrucción de áreas naturales, desplazamiento forzado, aunado a la lucha contra poderes extralegales y paramilitares, hacen que los movimientos en cada país tengan una amplia variedad de manifestaciones, de causas y tendencias. Indagué sobre las problemáticas específicas de cada contexto para comprender mejor sus respuestas y me enseñaron que existía la posibilidad de transformar la violencia económica, ambiental y social. Es el caso de Oruro, Bolivia, donde la comunidad se ha organizado para crear una cooperativa de minería sustentable para trabajar las minas desde una visión local y ambiental, o en Colombia y México, donde los artistas se han unido a la lucha contra la violencia y han generado una gran cantidad de proyectos culturales.

La diversidad de problemas hace que exista un abanico de formas de lucha. He visto que en la mayoría de los casos sobresale el hecho de que los movimientos sociales han optado por las acciones noviolentas, y que pueblos con una historia de guerrillas y luchas armadas contra los gobiernos, han cambiado su forma de percibir la lucha armada y han optado por movimientos que entran en la definición de la resistencia civil: medios noviolentos para transformar el poder.

En pláticas con un exiliado nicaragüense, que se hacía llamar Blanco —en referencia al color de su bandera y al movimiento Azul y Blanco—, me comentó que él no había tenido ninguna experiencia ni conocimiento previo sobre la resistencia civil y la lucha noviolenta, pero durante las movilizaciones en su país estaba en la universidad en una de las noches de los asedios más fuertes contra los estudiantes. Él y sus compañeros tuvieron que contrarrestar esa carga policial con medios noviolentos, con la autodefensa y tratando de no escalar más el número de heridos. Me dijo, “son tantos años de guerra en Nicaragua que lo menos que queremos son más muertos”. La voz de Blanco resuena en las demandas democráticas en Venezuela o por la libertad religiosa y de expresión en Cuba y en el mundo entero.

En cada movimiento encuentro ese giro noviolento, en el que las tácticas del pasado dejaron de tener resonancia en las personas y nuevos valores se incorporan en los activistas. Donde los principios relativos al medio ambiente, las relaciones de género dentro de los movimientos, el empoderamiento de las mujeres, el respeto a la vida y el rechazo al uso de la violencia, hacen que estos movimientos sean más dados a utilizar medios noviolentos y busquen la construcción de comunidades de diálogo, procurando crear espacios de entendimiento, participación y acuerdo.

El giro noviolento lo podemos ver en los discursos y en las acciones concretas, así como en los objetivos de los movimientos y en su visión a largo plazo. Esta idea implica un verdadero cambio de orientación, donde la búsqueda del diálogo y la apertura a la participación democrática forman parte de la visión de estos movimientos, no solo se trata de reemplazar un régimen sin más cambio de fondo. Atrás quedaron los tiempos de las dictaduras, ya no es una idea que compartan las nuevas generaciones de activistas que entienden su lucha como un acto de esperanza por la humanidad y por la Madre Tierra, contra la injusticia y por un mundo donde todos tengan lugar.

Durante los últimos años hemos presenciado el aumento de las movilizaciones sociales en toda América Latina, incluso durante la pandemia. También hubo movilizaciones en el corazón de la nación norteamericana contra la violencia racista y el genocidio. En todas ellas, a pesar de las provocaciones y las tentaciones a la violencia, el liderazgo del movimiento mantuvo el espíritu noviolento e invitó a todos a mantenerse así, aferrados a la noviolencia, comprometidos con su pueblo.

Las movilizaciones en América Latina y el mundo dan grandes ejemplos de lucha noviolenta, se ha dado un gran avance en las formas de lucha y una innovación táctica prolífica, ya que la resistencia civil requiere de mucha imaginación y experimentación. Igualmente, los activistas se han profesionalizado en la construcción de paz, en herramientas de diálogo y transformación de conflictos violentos, por medio de diversos espacios de formación, capacitación y profesionalización en estos temas. Estos espacios de aprendizaje son también la tierra fértil para compartir experiencias y crear en conjunto. Las organizaciones que transmiten valores y sentimientos, que escuchan con empatía y que tratan de ver la opción que pueda ser mejor para todas las partes, construyen la paz en el día a día, dentro de sus propios colectivos y hacia sus países, tan necesitados de una paz real, justa y para todos.

Poncho Hernández

Filósofo, antropólogo, activista y capacitador de México. Lleva más de 10 años impartiendo cursos sobre la noviolencia y ha participado en diversos movimientos por la paz, trabajo comunitario y protección ambiental.

Publicado: 23 de septiembre del 2022

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