Daniela Pacheco

En octubre del 2019, un estallido social sacudió a Chile, uno de los episodios de acción colectiva más importantes en la última década y a su vez histórico por el nivel de conflictividad que se observó. El supuesto milagro chileno se derrumbó y vimos una sociedad rota, como diría Alberto Mayol, en la que se vivieron aproximadamente cinco meses de protestas y se observaron múltiples acciones, empezando por la evasión masiva al metro como una primera táctica de resistencia noviolenta. De hecho, esto marcó el inicio del estallido ya que fue la respuesta de los estudiantes secundarios frente al alza de los pasajes anunciada el 04 de octubre del 2019 por el Ministerio de Transportes. Tanto las evasiones, las movilizaciones públicas, los cacerolazos y hasta formas alternativas como la protesta creativa tuvieron lugar en Chile para decir ¡basta ya! al abuso neoliberal que ha profundizado la desigualdad social en el país.

Las demandas por una vida digna también incluyeron las que planteó el movimiento feminista, que tuvo un antecedente poderoso de acción colectiva un año antes en el denominado Mayo Feminista del 2018. En ese momento histórico para las mujeres y disidencias, un grupo de estudiantes escolares y universitarias se tomaron las instituciones educativas en rechazo al acoso y los casos de abuso sexual en las universidades y liceos de renombre en el país. También buscaban educación de calidad, no sexista y libre de violencia patriarcal, algo que se retomó con fuerza en octubre del 2019, pero a un nivel más generalizado en la sociedad y no solo en el sector educativo.

En este contexto surgió una importante performance que puede enmarcarse como una campaña noviolenta tras el estallido del 2019. Un violador en tu camino, del colectivo LasTesis, se convirtió en una forma muy poderosa de denuncia a la violencia sexual por parte de mujeres y disidencias que implicó trasladar el arte y las teorías feministas a las calles. Como resultado de esto, miles de mujeres se apropiaron de esta performance para romper el silencio histórico y alzar su voz en este importante acontecimiento.

El potencial transformador de los actos artísticos y noviolentos precisamente permite eso: legitimar las demandas del movimiento y favorecer la adherencia a la acción colectiva para cambiar las cosas. Aunque pensándolo bien, y también como artista, estos actos no buscan legitimidad, buscan incomodar. Aún así es importante reivindicar el poder de estas acciones que implican el arte como forma de resistencia noviolenta y destacar que se dio en un contexto autoritario y violento como el estallido en donde los milicos y los pacos —militares y policías— les estaban matando.

LasTesis es un colectivo compuesto por Dafne Valdés, Paula Cometa, Sibila Sotomayor y Lea Cáceres, profesionales de diversas ramas que tienen el objetivo de llevar la teoría feminista a la calle a través de las artes escénicas y musicales. Y, definitivamente, lo lograron. La capacidad de convocatoria que tuvieron al replicar la performance en diferentes ciudades de Chile fue impresionante.La presentaron por primera vez un 18 de noviembre del 2019 en su ciudad natal, Valparaíso, frente a la Comisaría de Carabineros y, posteriormente, en la Plaza Sotomayor.

El performance rápidamente se viralizó también a nivel mundial y esto no solo reflejó una dura realidad de violencia que (nos) atraviesa por ser mujeres, sino que el silencio frente a esa realidad había llegado a su fin. Como investigadora actual del tema me he encontrado con testimonios como el de Nathalie, de 44 años, que participó de uno de los performance de LasTesis fuera del Estadio Nacional en Santiago de Chile, y para ella ese momento fue una “bandera que tomaron todas las mujeres”. A ella le encantó la energía y la posibilidad que brindó la performance para que la participación de las mujeres sea más habitual como, por ejemplo, en la marcha del 8M que ahora es una conmemoración obligatoria de cada año para ellas.

Desde la performance se repolitiza la violencia patriarcal y femicida que azota a América Latina, que se apropia del cuerpo como territorio de guerra —en referencia a Rita Segato. En un Chile neoliberal, con una estructura histórica represiva, poner el cuerpo en la calle, como menciona la feminista y académica Judith Butler, ya fue un acto de resistencia por sí mismo. Pero, no solo eso, fue un acto noviolento. Tanto Butler como Gene Sharp, y otros autores, estudian la potencialidad de métodos noviolentos para desafiar las estructuras de poder sin recurrir a la violencia. LasTesis, y todes quienes participaron, desafiaron al gobierno de Sebastián Piñera, se pusieron al frente de los carabineros y los militares, literalmente, quemaron el miedo y no hicieron nada más que cantar y bailar.

Si nos detenemos a analizar el video de la performance podemos entender la fuerza del arte como trinchera para cuestionar las lógicas establecidas por el sistema, pues no podemos separar el discurso de su materialidad. Por ejemplo, movimientos corporales como el señalamiento y vendaje de ojos representan el luto y la responsabilidad estatal en la represión histórica hacia las mujeres, pero también en el contexto del estallido social del 2019, esto hace referencia a las mutilaciones oculares que utilizaron carabineros como forma de represión sistemática.              

El arte político noviolento también permite construir memoria al simbolizar formas de tortura como las sentadillas que se utilizaban en la dictadura pinochetista para verificar que las mujeres no almacenen algún objeto en su cavidad vaginal, y también la señal de apresamiento como símbolo de tortura mientras gritan el presidente. En los estudios sobre noviolencia se habla de que se desafía a los adversarios provocándolos, de tal manera que éstos no puedan reprimir —y así fue de cierta forma. En primer lugar, el hecho de ocupar plazas públicas en las afueras de instalaciones de carabineros como fue en Valparaíso y en Santiago de Chile, la capital, tiene mucha carga simbólica. En segundo lugar, el uso del himno de los carabineros como una forma de repolitizar y reapropiarse de estos símbolos institucionales:

Duerme tranquila niña inocente
Sin preocuparte del bandolero
Que por tu sueño dulce y sonriente
Vela tu amante carabinero

Ahora, no puedo afirmar que carabineros y/o militares hayan reprimido una performance de LasTesis en específico porque el contexto fue represivo en su totalidad —no cuento con esa información certera. Sin embargo, a manera de percepción y opinión propia, puedo decir que la performance logró su objetivo de incomodar estratégicamente al gobierno sin usar la violencia. A diferencia de otras campañas que no se enfrentan directamente, LasTesis, y quienes replicaron el performance, sí lo hicieron al gritar el violador eres tú. Eres tú, Estado; eres tú, juez; eres tú, paco (policía). Inclusive, en el video se puede escuchar la responsabilidad directa a Sebastián Piñera, presidente de Chile en ese entonces.

Para finalizar, este performance fue controversial en toda la extensión de la palabra. Si bien tuvo repercusión mundial también fue objeto de burla y del famoso “esas no son las formas”. Yo me pregunto, entonces, ¿cuáles son? Literalmente, quienes pusieron el cuerpo fueron las precarizadas, las violentadas a diario, tuvieron que salir a cantar y bailar para llamar la atención de una sociedad profundamente patriarcal y aún así no ha sido suficiente para entender demandas tan básicas como el respeto a la vida. Sin embargo, incomodaron, y nos dejaron el mensaje de que estas acciones son necesarias porque son disruptivas, construyen nuevos sentipensares y no recurren a la violencia a diferencia de quienes sí lo han hecho y lo seguirán haciendo.

Daniela Pacheco

Politóloga, maestrante en Sociología Política por Flacso Ecuador y artista musical. Tiene la fiel convicción de que el arte puede y debe cambiar el mundo. Por esa razón, investiga temas relacionados con la acción colectiva y el arte como forma de resistencia noviolenta.

Publicado: 03 de marzo del 2023