Erika Danks y María Alemán
Desde principios del siglo XX, el movimiento feminista Ni Una Menos en Argentina se ha expandido de un grupo de mujeres que deseaban obtener el derecho al voto a una victoriosa campaña noviolenta de millones en toda América del Sur, que se unen para tener un acceso seguro y fácil al aborto, los derechos LGBTQIA+ y la justicia por el femicidio en América Latina. En su forma completa, Ni Una Menos proviene de la frase Ni una mujer menos, ni una muerte más. Esta frase se le atribuye a Susana Chávez Castillo, activista mexicana, quien la creó como un eslogan para protestar por los asesinatos sin resolver de mujeres en Ciudad Juárez, México. Además, en marzo de 2015, figuras destacadas del movimiento feminista latinoamericano crearon el Colectivo Ni Una Menos al iniciar una página de Facebook. El hashtag #NiUnaMenos se difundió viralmente y condujo a una marcha en respuesta a los brutales asesinatos de las ciudadanas argentinas, Daiana García y Chiara Pérez. Sus lamentables muertes fueron el detonante para romper el silencio y arrojar luz sobre el problema de los hombres que abusan de las mujeres. La marcha tuvo lugar en la capital de Argentina, Buenos Aires, con la asistencia de doscientas mil personas. Simultáneamente, personas de diferentes ciudades del país se sumaron a la manifestación, llegando a un número de trescientas mil personas. Un año después, el 3 de junio de 2016, se llevó a cabo una reunión similar. Esta vez para ampliar los puntos de vista de la campaña a temas como el acceso al aborto, los derechos de las trabajadoras sexuales, la lucha para acabar con el tráfico sexual de mujeres y menores y los derechos de los latinoamericanos LGBTQIA+. Con el hashtag ganando velocidad y atención internacional, no pasó mucho tiempo para que se convirtiera en un movimiento reconocido mundialmente.
El Movimiento Ni Una Menos empleó varios métodos noviolentos para visibilizar sus demandas como una exhibición de colores simbólicos, asambleas públicas, huelgas y teatros de guerrilla. En la protesta y huelga del 9 de octubre de 2015 y 19 de octubre de 2016, colores como el verde, el violeta y el negro llamaron la atención de la gente. En el paro del 19 de octubre, conocido como “Miércoles Negro”, mujeres de todo el mundo optaron por vestirse de negro como símbolo de luto por las mujeres fallecidas en manos de hombres argentinos. El color violeta fue utilizado constantemente por el movimiento Ni Una Menos porque mostraba unidad e igualdad para ambos géneros. Además, durante la lucha por el acceso al aborto legal, seguro y gratuito, el color verde se convirtió en un símbolo del movimiento social —la Ola Verde— para mostrar su posición y apoyo a los cuerpos de las mujeres.
La ola verde argentina tuvo varias reuniones llamadas Encuentro Nacional de Mujeres. Ahí las mujeres indígenas, mujeres de barrio y mujeres de diferentes lugares del país discutieron por qué querían luchar. Los Encuentros generaron unidad y empatía entre las mujeres argentinas y tuvieron como objetivo crear un ambiente en el que todas pudieran participar, ser comprendidas y tener un impacto en cada protesta, marcha y huelga. El Movimiento Ni Una Menos organizó huelgas y teatro de guerrillas para promover su posición. El llamado “Miércoles Negro” impactó en el continente latinoamericano y desafió el miedo creado por el patriarcado. Con ciento cincuenta mil manifestantes, el paro pretendía, por un día, demostrar que Argentina no podría sobrevivir sin las mujeres. Las mujeres no fueron a trabajar, no se quedaron en sus hogares ni cumplieron sus funciones. La huelga arrojó luz sobre ese tema latinoamericano que antes estaba oculto: las normas sociales a favor de los hombres. Además, en muchas ocasiones, las integrantes dramatizaron los problemas sociales que enfrentaba Argentina —como el feminicidio— utilizando el teatro de guerrilla. Esta estrategia consiste en crear espectáculos espontáneos que llamen la atención sobre un tema político o social sin un público específico. Las manifestaciones hechas por el movimiento Ni Una Menos fueron herramientas poderosas para los medios y espectadores en todo el mundo que necesitaban comprender mejor que los feminicidios no son solo números sino seres humanos.
Con respecto a la disciplina dentro del movimiento, la noviolencia nunca se declaró implícitamente como la dirección correcta que tomaría el grupo, se trató simplemente de una reacción natural a las décadas de violencia. Las mujeres argentinas colectivamente tomaron la decisión silenciosa de no responder a la violencia sin sentido con más violencia. Esto fue más visible durante algunas de las manifestaciones: el papel de los policías era controlar la huelga de masas si se tornaba violenta, sin embargo, usaron la violencia para reprimir a la multitud de personas que integran el movimiento. Aún con la amenaza de ser acribilladas a balazos o sometidas a violencia física, las mujeres continúan alzando la voz. No One Woman Less se comprometió a demostrar armonía y unidad a pesar de la actual violencia contra las mujeres. Esto demuestra que cuando un movimiento no solo usa un lenguaje inclusivo de género, sino que también adopta roles para las mujeres dentro de él, especialmente roles de liderazgo, las posibilidades de convertirse en una campaña noviolenta se disparan. Dado que la gran mayoría del colectivo está formado por mujeres y personas de género no conforme, es improbable que la violencia sea alguna vez una táctica habitual utilizado por Ni Una Menos.
Ni Una Menos sigue siendo uno de los principales movimientos noviolentos en América del Sur que logró avances significativos contra la violencia sistemática hacia las mujeres y los miembros latinoamericanos de la comunidad LGBTQIA+. Su éxito es innegable, con la creación de nuevas y prácticas leyes que protegen a ciudadanos vulnerables en Argentina. El movimiento en sí se ha expandido a diferentes países para continuar su lucha contra la opresión, el feminicidio, el antiaborto, la violencia y la ignorancia. Ni Una Mujer Menos es una prueba de que ante innumerables injusticias, las personas se levantan para luchar juntas por un objetivo común y, a pesar de los muchos sacrificios que se hacen, al final, siempre hay esperanza, paz activa y una comunidad que trabaja por un futuro mejor.
Erika Danks
Es de Buckinghamshire, Inglaterra, y se mudó a Canadá desde temprana edad. Ha estudiado psicología en Selkirk College y participa en numerosos movimientos de justicia social, entre los que destaca la lucha por los derechos de TSLGBTQIA+ en Canadá y el resto del mundo.
María Alemán
Originaria de Perú, reside en Nelson, British Columbia (Canadá). Actualmente, está estudiando psicología en Selkirk College. Lo que más le apasiona es ayudar y defender a las personas cuyos derechos han sido marginados. Leer libros es siempre su mejor pasatiempo.
Publicado el 27 de marzo del 2023